Bienestar Animal: experimentación, producción,
compañía y zoológicos
3) Fisiología y bioquímica. Como indicaba al
principio, los animales intentan mantenerse en un estado de armonía con el
medio, ya que una respuesta efectiva frente a los cambios ambientales es
esencial para la supervivencia. Para mantener esa homeostasis el organismo
cuenta con mecanismos fisiológicos y comportamentales que se desencadenaran a
fin de normalizar la situación. Las medidas fisiológicas y/o bioquímicas que se
utilizan para evaluar el bienestar se corresponden con los indicadores que
informan de los dos tipos de estrés (el agudo y el crónico). De cualquier
forma el estudio del estado fisiológico de un
animal, que puede ser un buen indicador de su bienestar, tiene una serie de problemas.
El primero es que la obtención de las muestras implica interferencia con el
animal, lo que en sí misma puede provocarle estrés, por lo que las medidas
tendrían un valor relativo. El segundo es establecer qué evaluar, es decir, qué
variables dan las mejores indicaciones de ausencia de bienestar. El tercero es
decidir cuánto de un cambio fisiológico puede tolerar un animal antes de que
podamos decir que está sufriendo.
4) Analogía con nosotros. Si bien la
aplicación del principio de analogía en el estudio del dolor y sufrimiento
animal tuvo un papel importante, su uso para valorar el bienestar tiene
riesgos. El principal problema estriba en eliminar la subjetividad que implica
el análisis o establecimiento de las semejanzas, ya que debemos ser conscientes
de que las experiencias subjetivas de otros animales pueden no ser ni
remotamente similares a las
nuestras. Por ello, el principio de analogía
prácticamente no se utiliza para la evaluación del bienestar animal.
5) Comportamiento. El comportamiento nos
informa sobre lo que los animales hacen para cambiar y controlar su medio, por
lo que nos proporciona muy buena información sobre sus preferencias,
necesidades y estado interno. Si a esto unimos las dificultades y limitaciones
asociadas a otros indicadores, actualmente hay gran interés en el uso del
comportamiento como un índice del bienestar.
Existen además ventajas como son: la técnica no es invasiva, se puede realizar
en campo sin equipo complicado, puede dar una indicación instantánea del
bienestar y los cambios comportamentales pueden preceder a algunos de los otros
indicadores de un bajo bienestar. Los principales métodos, que sirven para
detectar comportamientos que denotan ausencia de bienestar, son los siguientes.
Comparar el comportamiento con el de animales
silvestres. Puede ser útil, sobre todo como un sistema de aviso, siempre que
tengamos en cuenta una serie de cuestiones. Las posibles diferencias entre las
formas silvestres y cautivas; la falta de evidencia sobre los efectos de no
poder realizar ciertos comportamientos y la posibilidad del carácter no
placentero de la vida en estado silvestre.
Estudiar el comportamiento en situaciones de
“estrés fisiológico”. Se observa a los animales que muestran evidencia de los
síntomas fisiológicos conocidos como “Síndrome General de Adaptación” (GAS) a
fin de detectar la realización de comportamientos asociados a ese estado
interno alterado, los cuales se utilizan como indicadores de bajo bienestar.
Estudiar el comportamiento en situaciones de
estrés agudo. Las respuestas
comportamentales, en estos casos, se pueden
asociar a tres tipos de situaciones. Aquellas en que el animal está
experimentando, de forma más o menos prolongada, frustración, miedo o dolor.
Otras en que al animal se le impide consumar una acción para la que está
fuertemente motivado y aparecen las “actividades en vacío”. Por último los
casos en que dos tendencias de comportamiento incompatibles se activan
simultáneamente y con aproximadamente la misma intensidad, desencadenando
“situaciones de conflicto”.
Fuente: Bienestar Animal: experimentación,
producción, compañía y zoológicos
Departamento de Zoología
Servicio de Animales de Experimentación
Universidad V Córdoba
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