Manejo y cuidado del caballo
Historia evolutiva del caballo
De acuerdo a los hallazgos en las montañas rocallosas de
EE.UU., el origen del caballo podría remontarse a 50 millones de años. Este
pequeño animal del tamaño de un zorro, llamado Eohippus tenía cuatro dedos
delanteros y tres traseros para desplazarse por las ciénagas sin hundirse.
Las malas condiciones climatológicas y la época glaciar
hicieron que emigrasen a las estepas asiáticas donde evolucionaron hasta
convertirse en monodáctilos, esto es, con un solo dedo (el casco); así su
pisada pasó a ser más eficaz en este tipo de terreno.
Fueron ganando en altura y desarrollo muscular y óseo de
manera que su nueva conformación les permitía huir de sus depredadores; en este
hábitat la huida es su método de supervivencia.
La consecuencia más práctica del proceso evolutivo
anteriormente explicado (paso de la selva a la estepa) es que el caballo se
convierte en un animal sociable por vivir en manadas.
En la actualidad, el caballo es un animal con distintos
usos. En los países menos desarrollados se utiliza como medio de transporte o
de trabajo, mientras que en los países más avanzados se utiliza
prioritariamente para el ocio, siendo el único animal de monta presente en los
cinco continentes.
Taras duras y blandas
Es frecuente la aparición de pequeños bultos en las
extremidades de los caballos, pudiendo ser duros (hueso) o blandos (líquido
sinovial). Su origen reside, bien en un aplomo incorrecto, bien en un
sobreesfuerzo o bien en un traumatismo. No siempre revisten gravedad.
Se pueden clasificar de la siguiente manera:
— Taras duras (exostosis o sobrehueso):
• Sobrehueso fuera de articulación. Son las taras menos
graves y únicamente producen dolor en su formación.
• Sobrehueso en articulación móvil. Son las más graves y no
suelen apreciarse a simple vista.
• Sobrehueso en articulación fija. Se localizan en una
articulación de la rodilla o del corvejón, su evolución es más lenta, provocan
menos cojera y su gravedad es menor que en une articulación móvil.
— Taras blandas (vejigas). Implican un incremento de la
secreción del líquido sinovial; podemos distinguir tres tipos en función de su
localización:
• Vejiga en la articulación (sinovitis). Se ven a simple
vista.
• Vejiga en la vaina del tendón. Son más leves y alguno se
ven con facilidad.
• Vejigas en la bursa (bursitis). Entendiendo por bursa
aquella
“bolsa” que protege algunos huesos en determinadas
articulaciones, como por ejemplo una codillera.
Aplomos, defectos y su relación con las taras
Aplomo es la dirección que tienen los miembros bajo el
tronco, de tal manera que se considera que el sostén del cuerpo se realice con
el mínimo de fatiga y el máximo de seguridad.
En un aplomo perfecto la absorción del impacto se reparte
por todos los tejidos impidiendo que se produzcan lesiones y posibles cojeras.
Debemos tener en cuenta, que la mayoría de los caballos tienen defectos en los
aplomos, si bien, las consecuencias de estas anomalías son muy variables.
Fuente: Manejo y cuidado del caballo
Pablo León Rafael
Edita:
Servicio de Formación Agraria e Iniciativas.
Junta de Castilla y León
Dirección de la Colección:
Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola INEA