El xoloitzcuintli, un sobreviviente prehispánico
Aunque no se tiene certeza sobre cuál es el ancestro del
perro, la hipótesis más apoyada sostiene que desciende directamente de los
lobos. Se piensa que estos últimos fueron domesticados en diferentes partes del
planeta hace unos 12,000 años, al final de la era Glacial. A lo largo del
tiempo, la selección y las cruzas realizadas por el hombre dieron origen a
razas nuevas. Actualmente existen entre 150 y 350 alrededor del mundo.
Y si de perros mexicanos se trata, el xoloitzcuintli resulta
el mejor ejemplo por ser la única de las cuatro razas de perros prehispánicos
que sobrevive hasta nuestros días. Su nombre proviene de Xólotl, el dios de la
vida y la muerte, e itzcuintli, perro. Comúnmente se le llama “perro pelón
mexicano” o “desnudo”, por ser su característica más distintiva la falta de
pelo. Otro rasgo característico de esta raza es la ausencia de piezas dentales
en los adultos; la primera dentición surge completa, pero al mudar ya no
aparecen los premolares ni los incisivos.
El xoloitzcuintli puede presentar dos tamaños: el estándar,
de entre 33 y 57 centímetros de largo, y el miniatura, de menos de 33
centímetros.
Mucha de la admiración que sentían otras culturas
mesoamericanas por este cánido se debe a los movimientos elegantes y armoniosos
de sus patas delgadas y bien proporcionadas.
La historia de esta raza tan peculiar se remonta a la
civilización azteca. Según la mitología de este pueblo, Xólotl dio al hombre
como regalo un xoloitzcuintli para que acompañara a las almas de los muertos
cuando viajaran al Mictlán, al inframundo. Para ello, se enterraba al perro del
difunto en la misma tumba, por lo que este animal era considerado sagrado entre
los aztecas. El emperador Moctezuma llegó a poseer más de cien ejemplares.
Uno de los mitos que existían acerca del xoloitzcuintli era
su poder curativo, ya que se pensaba que el calor que irradia su lomo aliviaba
malestares de asma, cólicos y reumatismo. La temperatura corporal promedio de
este animal (38°) no varía con respecto a otros perros, pero resulta más
perceptible por la falta de pelo.
Este hermoso animal, que solía habitar en bosques templados,
es hoy en día una especie domesticada que estuvo a punto de desaparecer por
acciones deliberadas, como la utilización de su piel y el consumo de su carne
desde los tiempos de la colonia. Gracias a la atención prestada en diferentes
criaderos, no sólo podemos verlo en los murales de Diego Rivera, sino que se ha
convertido en una raza estable y es considerada una excelente mascota por su
agilidad, inteligencia y resistencia, así como por la facilidad para educarlos
Fuente: Universidad Iberoamericana - Ciudad de México